Adiós miedo, hola cuidado

ADIÓS MIEDO, HOLA CUIDADO

Por: Eder Peña – Biólogo | twitter.com/supereder




En un momento de la historia “universal” unos pocos decidieron, desde una esquina del planeta, que no éramos naturaleza. Además decidieron que había que dominarla y, para ello, conocerla hasta poder manipularla.

En ese proceso en el que nos escindieron de lo no humano hasta convertirlo en misterioso y extraño, pero objeto de curiosidad e investigación, también se inventó al “otro”, por lo que hablar de lo humano es hablar de cierta gente con determinado aspecto, lugar de nacimiento, cultura y lenguaje.
Mientras nos agrupamos en ciudades, pueblos o veredas, el “monte y culebra” con su misterio iba siendo invadido para convertirlo en mercancía. De esa manera Prometeo le robó el fuego a los dioses para vendérselo a ellos mismos convertido en oro.
La pandemia global nos ha dejado desnudos en una plaza, ya éramos la sociedad del miedo y se ha hecho evidente que nos educan, alimentan y hasta reproducen en él. Vivimos en continua guerra contra lo no humano.

Los titulares de las noticias nos recitan cómo “la indomable naturaleza cobra venganza” de nuestros desafueros, ella ha heredado el rol de aquel dios vengador de algunos relatos religiosos. También los titulares naturalizan la guerra y el prejuicio mientras venden el miedo en largas dosis hasta hacerlo atractivo y perturbar nuestra capacidad de discernimiento.

Se suele decir que ningún organismo resiste la alerta permanente, en el libro “Comportarse: La biología de los humanos en nuestros mejores y peores momentos” el neurocientífico Robert Sapolsky, dice que "Durante el estrés sostenido, somos más temerosos, nuestro pensamiento es confuso, evaluamos mal los riesgos, y actuamos impulsivamente por costumbre, en lugar de incorporar nuevos datos." 

El miedo es biológico y funciona, lo saben quiénes fingen que nos informan, sus ganancias dependen de que la gente seamos adictos a temer. Cuando tememos nuestra relación con todo lo demás se pervierte, por miedo al hambre participamos en la orquesta global del saqueo, por miedo a lo desconocido deforestamos, desmitificamos, desnudamos los misterios propios y extraños. Por miedo a ser insignificantes desfilamos por las redes sociales mientras nos miden para vendernos más miedos en forma de objetos novedosos o ideas.
Las espirales de violencia parten de esas desconexiones, se convierten en relaciones interpersonales destructivas, y de allí a la violencia racial, de género, animal, laboral o de cualquier tipo. Solo hay que poner a las personas y germinarán las espinas de las relaciones tóxicas que vemos a cada rato. 

Quien agrede a la naturaleza no humana luego podrá hacerlo con los de su especie, solo es cuestión de tiempo y poder. Dice Leonardo Boff que “todos los seres están interconectados y viven unos por los otros, con los otros, y para los otros. El individuo se integra, pues, naturalmente en un todo mayor, en la familia, la comunidad y la sociedad. Aunque muera, el todo garantiza que la especie continúe permitiendo que otros representantes vengan a sucedernos.”

La visión de que la tierra solo produce si irrumpimos en sus patrones y procesos hasta violarlos, se parece a la visión de que lo femenino requiere ser saqueado para que entregue placer.

Por eso lo contrario del miedo no es solo la valentía y la audacia sino el cuidado, un exceso de autoafirmación nos puede llevar a la violencia egoísta mientras que un exceso de integración nos disuelve en una condición de rebaño estupidizado, de allí que un sistema de relaciones que cosifica a lo otro (personas o naturaleza) y desconecta a la mayoría del todo, solo sirve para erradicarnos juntos.

Somos seres interdependientes, somos instrumentos de la misma orquesta, somos naturaleza y, al devastarla, nos devastamos. Dice Vandana Shiva que “La violencia hacia la naturaleza, que parece inherente al modelo de desarrollo dominante, se expresa también con la violencia hacia las mujeres que dependen de la naturaleza para obtener el sustento para ellas, sus familias y sus sociedades.”

Dependemos tanto de la diversidad como la vida misma.


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