CRIPTO POPULISMO
Por Maximiano Millán – Docente/Catequista | twitter.com/MillanGuevara
“Dale salvadoreño, que no hay pájaro pequeño, que después de alzar el vuelo, se detenga en su volar”
Alí Primera
El Salvador es un país tan pequeño, que por muchos años lo conocían en los medios educacionales como el “pulgarcito de América”. Sin embargo, cuando las organizaciones campesinas comenzaron a exigir mejores pagos a los dueños de las tierras, la mayoría extranjeros, la respuesta fue de tal violencia, que en ese pequeño pedazo de tierra casi que no hubo espacio para los muertos de una cruenta guerra civil.
Estas organizaciones campesinas, convertidas en partidos políticos en rebeldía, obligaron a los poderosos de la época (1978) a sentarse a dialogar y a cambiar el sistema. Es por eso que Alí Primera les dedicó una canción en donde coloca la dignidad de este pueblo en el cielo azul.
Pero vamos, que esta columna no es de poesía. En días pasados el actual presidente derechista de ese país, propuso que se le diera el equivalente de 30 dólares USA a todas las personas que quisieran utilizar el Bitcoin, al mismo tiempo autorizó en toda la nación el uso de esta criptomoneda para todo tipo de pagos.
La gran novedad, que no es nueva, saltó en los periódicos y medios de Latinoamérica, como una forma de promover la imagen anti dólar del presidente de El Salvador. Nada más alejado de la realidad. No he tenido la oportunidad de ir hasta allá, pero un solo dato será suficiente para ver que esta decisión, no es nada popular y segundo tiene más impacto en medios financieros que en la sociedad salvadoreña: más de la mitad de la población salvadoreña es rural no urbana y para manejar una cuenta en Bitcoín es necesario un teléfono inteligente ¿Qué grado de penetración tiene el internet en esa república de Centroamérica?
Según un informe de la superintendencia que maneja las telecomunicaciones en El Salvador, para el año 2012 en ese país existían un poco más de un millón de teléfonos móviles. Pero la densidad de usuarios con respecto al aparato era de 132 aparatos por cada 100 usuarios, lo que quiere decir que hay un 30% de salvadoreños que tienen dos teléfonos móviles. Si mantenemos esta densidad y subimos el número de personas con teléfonos al doble, resulta que apenas una tercera parte de la población de ese país (2 millones de hab.) tiene actualmente un Smartphone, aparato muy necesario para hacer transacciones en criptomonedas.
Si unimos el dato de la penetración del teléfono móvil con el que casi el sesenta por ciento de su población (3,6 millones de hab) es rural, estamos seguros desde aquí que una pequeña parte de usuarios, casi todos citadinos son los que podrán beneficiarse con la “revolucionaria” medida de su presidente. Esto sin agregar que parece que el decreto de Bukele tiene restricciones a la edad de la persona que acepte la cripto (mayores de 60).
Si desean nuestra visión del asunto, creo que el presi está usando el poder del Estado, para realizar transacciones internacionales con capitales golondrinos, transformar los Bitcoins en dólares cash y cobrar las respectivas comisiones. Ningún interés en su pueblo.
El primer país que le dio el equivalente de 30 lechugas a unos cuantos millones de ciudadanos en el formato de criptodivisas fue Venezuela. Y eso causó colas en los comercios, para cambiar el famoso y lejano medio Petro por comida en diciembre del 2018 si mal no recuerdo.
Eso destrancó en esa oportunidad el juego de no hay dinero, no hay consumo, no hay producción. Al crear la criptomoneda, y apalancarla con petróleo en esa oportunidad, estimuló el aparato productivo de la nación y evitó en buena parte que las navidades fueran peores.
Esto es un pequeño ejemplo de lo que un país puede hacer con las monedas virtuales basadas en la tecnología de las cadenas de bloques. Por algo China y Rusia ya están a punto de lanzar en grande sus propias criptos. Y si a eso unimos el hecho de que estos gigantes trabajan para crear un sistema de pagos internacional y dejar de lado el dólar como divisa universal, cojan palco que lo que viene es un joropo zapateado.
Por eso digo, parafraseando a Churchill, la economía es algo muy serio para dejársela sólo a los que creen que el billete verde vale algo.
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