EL NEGOCIO DE LA OBESIDAD

Por Maximiano Millán – Docente/Catequista | twitter.com/MillanGuevara

“Un pedazo de pan comido en paz es mejor que un banquete comido con ansiedad”

Esopo

Cuando vemos a las personas comunes de los Estados Unidos en los noticieros internacionales o en fotos de fechas especiales de compra en las RRSS, se puede notar que más de la mitad de las personas que aparecen en el segmento de video o en la foto tienen un apreciable nivel de sobre peso.

De acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de la Salud, la tercera parte de la población de USA tiene obesidad, es decir un Índice de Masa Corporal (IMC) mayor de 30%. Con lo cual podemos asegurar que este país tiene la tercera parte de su pueblo enferma. Esto sin contar que los que tienen sobre peso, IMC mayor a 25% y menor a 30%, los cuales deben ser otra tercera parte, tiene tendencia a mediano plazo de enfermarse de alguna de las consecuencias metabólicas del exceso de peso.

Y es que, cuando el ex presidente Obama presenta ante las cámaras de televisión una hamburguesa de queso callejera como su plato preferido y a su juicio, representante de la cultura culinaria de los USA, ya ustedes se pueden imaginar hasta donde esa sociedad, está acostumbrada a comer comida chatarra, con las consecuencias que para la salud tiene esta conducta.

¿Esto es casualidad? ¿Es una costumbre gringa lo de la comida chatarra? Pues si, pero no. Si, en el sentido de que la comida procesada para comer rápido, ese fue su nombre inicial “comida rápida”, surgió como necesidad de invertir el menor tiempo posible en casa y aprovechar al máximo el tiempo para trabajar. Y eso es prácticamente un invento de los gringos. No, en el sentido de que, como herencia del sistema capitalista, las grandes urbes de Latinoamérica ahora tienen los mismos problemas, pero aún sin el elevado nivel de obesos que hay en el norte.

Si las personas no cuidan su alimentación, es lógico que terminen enfermos en el mediano plazo. Además sumen el hecho de que las empresas de “alimentos” resolviendo el problema del tiempo para preparar la comida, se la ofrecen en forma de chatarra y rápida. Esto, lo que va a conseguir para el usuario de este tipo de comida es ganar tiempo y ganar peso. Pero como contrapeso el mismo usuario va a perder salud; entonces tenemos un círculo perfecto de gasto de dinero, porque el que se enferma necesita médicos, tratamientos y exámenes.

Basta con leer la etiqueta de los supuestos cereales para desayunar o cenar y nos damos cuenta de una gran cantidad de ingredientes que para nada alimentan. Lidera la lista la tartrazina, un colorante artificial que causa por lo menos ataques de alergia en el cuerpo. La cantidad de azúcar que estos productos tienen, ha obligado a algunos países a regular con impuestos a las industrias que utilicen altos niveles del endulzante en la producción. Ya se ha demostrado que el consumo alto de azúcar produce a la larga algún tipo de disfunción metabólica que llevará a la diabetes.

Cuando se observa qué empresas están detrás de la producción de la comida chatarra, nos encontramos con marcas transnacionales que venden toneladas de “alimentos” y son de las compañías más grandes del mundo. Ya me imagino la cantidad de dinero que se perdería en las bolsas del mundo, si la mitad de la humanidad dejara de consumir los productos que ellos ofrecen. Es por eso que el apoyo publicitario es importante y es notable la cantidad de dinero que gastan en este rubro.

Es una industria para enfermar a las personas. De esta forma se activa la “economía de la enfermedad”. Y se establece un ganar – ganar, en donde las empresas ganan dinero y las personas ganan sobre peso.

Que la conciencia sobre lo que en verdad alimenta nos haga ser más cuidadosos con lo que le damos a nuestros niños y lo que consumimos. Nuestra salud nos lo pide.

Por eso digo, parafraseando a Churchill, la economía es algo muy serio para dejársela sólo a los venden enfermedades por alimentos.

 

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